Muchas personas están convencidas de saber cómo pintar madera. Piensan que basta con armarse de brocha, rodillo y un bote pintura para hacer un trabajo perfecto. Y sin embargo no es tan simple. Este tipo de trabajo requiere de un proceso algo más laborioso.
Es cierto que si se quiere pintar una pieza de madera de cualquier forma, sin importar el resultado final, basta y sobra con tener ganas y un poco de pintura a mano. Pero si se quiere hacer algo que merezca la pena hay que dedicar un poco de cuidado a lo que se hace. Para saber cómo pintar madera, lo primero que hay que hacer es no cometer determinados errores.
Cómo pintar madera: los errores más comunes
Y uno de las más comunes es el cometido por todos aquellos que se lanzan a pintar la madera sin preparar mínimamente la superficie. La tarea de pintar madera no empieza en el momento en que abrimos el bote de pintura. Es un material que necesita de una preparación previa.
Ocasionalmente es posible encontrar maderas que ya vengan listas para pintar, pero por norma general, siempre que se vaya a trabajar sobre un mueble antiguo, una puerta o una simple estantería hay que dar una serie de pasos anteriores a la aplicación de la pintura, entre los que se incluyen el limpiar a fondo la pieza, tapar grietas, arreglar desperfectos y lijar toda la superficie. Sobre todo, este último elemento es fundamental para conseguir un resultado óptimo.
Por otra parte, es también muy común pensar que cualquier pintura sirve. En este sentido la madera es un material muy agradecido y prácticamente podremos usar cualquier tipo de pintura obteniendo un buen resultado. Pero eso no quiere decir todas las pinturas, en todas las situaciones sean aconsejables.
Para salir de dudas lo mejor es dar primero una base de imprimación selladora, lo que nos asegurará que la pintura impregne mucho mejor, consiguiendo además que nuestro trabajo resulte mucho más duradero en el tiempo. Esta imprimación también es muy importante cuando se quiere pintar la madera con un color más claro que el que tiene en ese momento. No es infrecuente encontrarse ante la situación de que se necesiten varias manos adicionales de pintura para conseguir que el color luzca como nosotros habíamos pensado en un principio, -con el consiguiente gasto de tiempo y dinero que ello conlleva- por haber prescindido de la imprimación.
Con la imprimación nos aseguraremos trabajar sobre un color neutro (generalmente blanco o gris) que no restará fuerza a la pintura elegida.
Ya que se ha mencionado el ahorro de tiempo, es también habitual en algunos casos cometer el error de querer acelerar los tiempos de secado, cuando no, eliminarlos por completo. Para poder ver cómo queda realmente el color elegido una vez terminada de pintar la madera es necesario respetar los tiempos de secado entre manos que marca el fabricante.
Si no se hace de este modo nos encontraremos con que vamos acumulando capas cada vez más gruesas de pintura y que tardan mucho más en secar, empeorando de paso el aspecto final de la madera.
Finalmente, el último error que cometen muchas personas que creen saber cómo pintar madera es el de usar un material de trabajo de baja calidad. No hay nada peor que utilizar una brocha que pierda pelos o un rodillo que no reparta la pintura con homogeneidad. En estos casos es mejor gastar un poco más en un buen material de trabajo, ya que lo podremos usar de forma más prolongada en el tiempo y además los resultados serán siempre mucho mejores.